A pesar de los beneficios físicos, psicológicos, sociales y cognitivos que reporta la adopción de un estilo de vida saludable, la mayoría de los niños y de los adolescentes no cumple con las recomendaciones de actividad física y de otros comportamientos relacionados con la salud (duración de sueño, tiempo de pantalla, patrones de alimentación, etc.); a lo que habría que sumarle un incremento de la prevalencia del sobrepeso y de la obesidad en los jóvenes.

Para combatir este grave problema de salud pública, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha elaborado diferentes planes, como el ‘Plan de acción mundial sobre actividad física 2018-2030: Más personas activas para un mundo más sano’, que pretende aumentar en un 15% para 2030 los niveles de actividad física (AF) en adolescentes, y a través de cuatro objetivos estratégicos:

1.

Crear sociedades activas

2.

Crear entornos activos

3.

Crear personas activas

4.

Crear sistemas activos

Sin embargo, a pesar de que se han invertido gran cantidad de recursos humanos y económicos, diferentes revisiones sistemáticas han mostrado la falta de efectividad, sostenibilidad y transferencia de las intervenciones sobre la promoción de hábitos saludables realizadas, y también una falta de eficacia de los programas de intervención escolares, destinados a la mejora de la práctica de actividad física y de otros hábitos saludables en niños y adolescentes.

Por otro lado, de todos los agentes del ámbito educativo, algunos autores han destacado al profesor de Educación Física como uno de los agentes educativos más influyentes en la práctica de AF, así como en otros hábitos saludables, en el alumnado. El profesorado de Educación Física puede influir en la promoción de hábitos saludables tanto de forma directa (e.g., contribuyendo en las clases de Educación Física al cumplimiento de los niveles de actividad física moderada y vigorosa), como de forma indirecta (e.g., transmitiendo conocimientos, actitudes y competencias necesarias para que el alumnado adopte un estilo de vida saludable); siendo especialmente relevante dicha vía de promoción indirecta.

De este modo, el profesorado de Educación Física adquiere una función complementaria todavía más importante como educador, facilitador y promotor de un estilo de vida activo y saludable, con el objetivo de que el alumnado siga realizando actividad física en su tiempo de ocio y durante toda su vida.

Además, las experiencias acumuladas en Educación Física son determinantes a la hora de adoptar o no un estilo de vida saludable. Las experiencias negativas acumuladas de forma reiterada se asocian a sentimientos de incompetencia y al abandono de la práctica de AF. Sin embargo, experiencias positivas en las clases de EF en la infancia se han visto relacionadas con una mayor intención de realizar actividad física, y con la reducción del comportamiento sedentario en la etapa adulta. En este sentido, el profesorado de EF tiene una responsabilidad directa en las experiencias generadas en sus clases.

¿Cómo influyen los modelos pedagógicos para mejorar la docencia en Educación Física?¿Se puede mejorar la intervención que realizan los docentes de Educación Física? ¿Cómo influye el estilo interpersonal docente sobre el desarrollo de experiencias positivas en las clases de Educación Física?¿Cómo deben desarrollarse las intervenciones para la mejora de los hábitos saludables desde los centros escolares y desde el área de Educación Física?

Éstas y muchas otras cuestiones son las que centrarán los esfuerzos de esta Red en los próximos años.

¡Os invitamos a seguirnos!