Por Laura Cañadas

Universidad Autónoma de Madrid

¿En qué pensamos cuando hablamos de evaluación? Generalmente cuando escuchamos la palabra “evaluación” tendemos a pensar en una nota, en una calificación pero, ¿es la evaluación lo mismo que la calificación? La evaluación es un elemento fundamental en los procesos de enseñanza y de aprendizaje en Educación Primaria y Educación Secundaria y, a la vez, uno de los más controvertidos. Tradicionalmente, evaluación ha sido sinónimo de calificación, reduciendo el proceso a una nota emitida al finalizar un periodo formativo como medio de certificación de resultados, y como instrumento para clasificar a las y los estudiantes.

Sin embargo, la evaluación es mucho más. En las últimas décadas se ha tomado partido por una evaluación formativa al incrementar la preocupación por dar mayor valor al proceso de aprendizaje del alumnado. Bajo esta perspectiva, lo que adquiere relevancia es el camino que se está recorriendo y no solo la meta. Se busca valorar qué es lo que está pasando, qué puede estar fallando y corregirlo, con el objetivo de mejorar el aprendizaje del alumnado y la enseñanza del profesorado. 

En Educación Física, estos procesos adquieren especial relevancia, ya que esta es un área que ha estado dominada por propuestas finalistas de evaluación descontextualizadas, en muchos casos, del proceso desarrollado. Propuestas de evaluación que solo buscaban clasificar a los estudiantes en función de sus habilidades o condición física, actuando en muchos casos como un elemento sancionador y discriminador. 

Este tipo de evaluación puede ser generadora de experiencias negativas en Educación Física, vinculadas a un mayor rechazo posteriormente a la práctica de actividad física. Por otra parte, tenemos la evaluación formativa, cuyo empleo en las clases de Educación Física ha mostrado mejorar los aprendizajes del alumnado, el autoconcepto, la motivación, el desarrollo de habilidades, fomentar la responsabilidad e implicación del alumnado, así como la autonomía y autorregulación de los aprendizajes.

Los procesos de evaluación deben estar alineados con la metodología que se emplee. Por ello, es fundamental que la renovación metodológica, entre ella, el empleo de modelos pedagógicos, integre y vaya acompañada del empleo de la evaluación formativa. Ésta debe estar integrada en el proceso de enseñanza y de aprendizaje, debe ser un proceso sistemático y planificado. Debe ser viable llevarla a cabo, tanto para el profesorado como para el alumnado, debe aportar información relevante sobre el aprendizaje, y no emplearse de forma sancionadora, sino formativa.

Para que su uso genere el mayor impacto formativo posible, deben tenerse en cuenta una serie de características, como son: 

  • Compartir las finalidades de aprendizaje/criterios de evaluación con el alumnado al comienzo de un periodo formativo
  • Integrar actividades formales e informales de evaluación en el proceso
  • Facilitar feedback que permita al alumnado saber cómo lo está haciendo y qué debe hacer para mejorar
  • Emplear diversidad de procedimientos e instrumentos de evaluación que permitan contrastar la información recogida
  • Fomentar la participación del alumnado en los procesos de evaluación, a través de la auto y coevaluación, triangulando la visión de todos los agentes implicados en el proceso

¡No te pierdas el siguiente vídeo donde te lo explicamos al detalle!