Por Javier Fernández-Rio, Luis M. García López, y Alexander Gil Arias
Los modelos pedagógicos son, probablemente, la estrategia pedagógica que mejor se adapta a los fines educativos actuales de la Educación Física. Incluyen una base teórica consolidada, un plan concreto de enseñanza, unos resultados de aprendizaje esperados, unas tareas de aprendizaje específicas, unos planteamientos de evaluación adaptados, los comportamientos docentes y discentes esperados y los mecanismos para comprobar su correcta implementación (Metzler, 2005).
El Aprendizaje Cooperativo (AC) es un modelo pedagógico en el que se usan pequeños grupos de estudiantes para que estos trabajen juntos, maximizando así su aprendizaje y el de sus compañeros (Johnson et al., 2013). Toda estructura de trabajo en grupo para que sea considerada cooperativa debe contemplar los siguientes cinco elementos clave:
1. Interdependencia positiva
2. Interacción promotora
3. Responsabilidad individual
4. Procesamiento grupal
5. Habilidades interpersonales.
Además, se considera también importante lograr una
6.Participación equitativa
7. LA igualdad de oportunidades de éxito.
El AC es un planteamiento de enseñanza que apoya el desarrollo de las tres necesidades psicológicas básicas (Casey y Goodyear, 2015).
Por otro lado, en el AC el alumnado trabaja en grupos para aprender, sin compararse con otros grupos y únicamente preocupados en hacer bien la tarea (individualmente y como grupo), promoviendo de este modo, orientaciones de meta de aproximación-tarea y de aproximación-yo. Estrategias del AC como el uso de roles y la reflexión grupal posibilitan el desarrollo de la autonomía de los estudiantes. Por otra parte, el uso de actividades abiertas con múltiples soluciones, el uso de la co-evaluación y la no-eliminación (o la derrota), promueven el desarrollo de la competencia. Finalmente, la ayuda mutua y la corregulación dentro del grupo ayuda al desarrollo de la relación.
EL MODELO DE EDUCACIÓN DEPORTIVA
El Modelo de Educación Deportiva (MED, García-López y Gutiérrez, 2016; Siedentop et al., 2020), basado en una pedagogía cooperativa y constructivista, tiene como objetivo fomentar entre el alumnado experiencias deportivas auténticas; todo ello, por medio de un entorno de aprendizaje donde los estudiantes asumirán una serie de responsabilidades de gestión y desarrollo dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje. Se trata de un enfoque pedagógico que fue diseñado para buscar formas más educativas de presentar los contenidos deportivos dentro del currículo de Educación Física.
Así pues, la combinación de prácticas pedagógicas sólidas y de comportamientos deportivos adaptados a un contexto de Educación Física proporciona al estudiante la oportunidad de aprender más allá del rol de participante, convirtiéndole de este modo, en un deportista culto, competente y entusiasta.
Para alcanzar tales propósitos, el MED tiene las siguientes características:
1. Unidad didáctica organizada en formato de temporada deportiva
2. Los alumnos se agrupan en equipos estables
3. La competición es la idea nuclear de la unidad
4. Registro de acontecimientos
5. Evento final
6. Festividad.
El ambiente de aprendizaje que se genera con el MED permite al docente fomentar formas de motivación más autodeterminadas en el alumnado, ya que ellos tienen la oportunidad de socializar, tomar decisiones y disfrutar de situaciones competitivas donde los niveles de esfuerzos son altamente valorados. La investigación relevante que ha sido desarrollada en torno al MED ha demostrado que se trata de un modelo pedagógico que posee unas características estructurales (p. ej., creación de identidad de equipo, empleo de estilos de enseñanza basados en la búsqueda, desempeño de diferentes roles deportivos, diseño de tareas representativas del deporte a enseñar, empleo de feedback interrogativo, etc.).
También, que apoya las necesidades psicológicas básicas de autonomía, competencia y relación, promoviendo así, una motivación más autónoma y, consecuentemente, otros beneficios educativos como el desarrollo de habilidades sociales, la autoconfianza, la autoestima y el compromiso por adoptar un estilo de vida físicamente activo (Chu y Zhang, 2018).
EL MODELO DE RESPONSABILIDAD PERSONAL Y SOCIAL
El Modelo de Responsabilidad Personal y Social (MRPS, Hellison, 2011) es un modelo pedagógico cuyo desarrollo se basa en dos pilares fundamentales. Por un lado, plantea una progresión en cinco niveles de responsabilidad, que van desde el respeto (1) y la participación, (2) hasta la autogestión, (3) y la preocupación por los demás, (4) para acabar buscando la transferencia fuera del aula de estos aprendizajes (5).
Por otra parte, el autor, Don Hellison plantea una serie de técnicas a aplicar en cada uno de estos niveles. Desde el punto de vista de la motivación, las principales aportaciones del MRPS vienen dadas por la teoría de las necesidades psicológicas básicas. La autonomía es un elemento inherente al modelo, como consecuencia del desarrollo de la propia responsabilidad. En este caso, será necesario que la programación de aula garantice una oferta suficiente de espacios de decisión para el alumnado, los cuales deben de partir de sus necesidades e intereses.
En cuanto a la mejora de la competencia, en ocasiones puede verse mermada por el hecho de una priorización del desarrollo de la responsabilidad del estudiante, y por tanto, será necesario utilizar estrategias que motiven hacia el aprendizaje, y compensen esta situación. Por último, en cuanto a las relaciones sociales, el MRPS plantea un crecimiento personal en la responsabilidad como base de una futura responsabilidad social. Para conseguir que se dé esta evolución de la responsabilidad personal a la social, será necesario que el docente establezca de manera coherente una sucesión de escenarios de enseñanza que produzcan un giro de la regulación externa de la motivación hacia la regulación interna. En las aportaciones del MRPS a las tres necesidades psicológicas básicas se aprecia un papel clave del docente como guía y facilitador del proceso de desarrollo de la responsabilidad.