Como profesorado de Educación Física nos enfrentamos a varios retos durante el desempeño de nuestra materia. Uno de ellos tiene que ver con una realidad que frecuentemente ocurre dentro de nuestras clases: atender de la mejor forma posible a un alumnado que presenta un perfil motivacional muy distinto hacia los contenidos y actividades que planteamos en la asignatura. Con la intención de identificar y entender qué mecanismos psicológicos y sociales conducen al alumnado a involucrarse más o menos en nuestras sesiones, el primero de los capítulos del libro “Cómo motivar en Educación Física. Aplicaciones prácticas para el profesorado desde la evidencia científica” presenta una de las teorías comportamentales más utilizadas en nuestro ámbito de actuación: la teoría de la autodeterminación.
En esencia, esta teoría otorga al profesorado un papel clave a la hora de satisfacer o de frustrar ciertas necesidades psicológicas básicas que son comunes a todo el estudiantado. Estas necesidades son la autonomía, la competencia, la relación y la novedad. De esta manera, la necesidad de autonomía se vería satisfecha si le damos al alumnado la posibilidad de elegir y de ser partícipe del proceso de enseñanza-aprendizaje. La necesidad de competencia tendría que ver con las oportunidades que otorgamos al estudiante para experimentar éxito y progreso con el paso de nuestras sesiones.
Por su parte, la necesidad de relación estaría cubierta gracias a nuestro esfuerzo por promover la interacción social en el aula. Finalmente, la necesidad de novedad haría alusión a la necesidad del alumnado de vivir experiencias que no ha tenido previamente, o que son diferentes a las de su rutina habitual.
Como se recoge en el capítulo, si logramos crear un ambiente de apoyo a las necesidades psicológicas básicas de nuestro estudiantado es probable que desarrollen formas de motivación óptimas, y que conducirán a consecuencias positivas para ellos/as (ej. menos conductas disruptivas, mayor disfrute, concentración y esfuerzo durante nuestras clases, emociones positivas, mayores niveles de actividad física).
No obstante, si como docentes frustramos o no, conseguimos satisfacer sus necesidades de autonomía, competencia, relación y novedad, será más probable que el alumnado experimente formas de motivación relacionadas con consecuencias negativas (ej. aburrimiento, falta de disfrute, mayor número de conductas disruptivas, estados psicológicos negativos relacionados con el estrés, la ansiedad o la vergüenza, menores niveles de actividad física e intenciones de realizarla fuera del contexto escolar).
Ahora bien, ¿cómo podemos medir y evaluar la percepción del alumnado sobre si nuestra intervención docente apoya o no sus necesidades psicológicas básicas? Para resolver esta pregunta, y con la intención de ajustarse a la filosofía que el libro y la Red EDUFISALUDABLE persiguen, el capítulo termina facilitando diferentes recursos prácticos e instrumentos validados en Educación Física que nos permitirían conocer este tipo de cuestiones. Se trata, por tanto, de un primer capítulo teórico-práctico que cimienta las bases de otros capítulos recogidos en el libro, y que nos permitirán adentrarnos en profundidad en el apasionante mundo de la motivación en Educación Física.